
En la 11.ª edición del World Steak Challenge, celebrada en Ámsterdam, la carne argentina volvió a brillar en la élite mundial.
En este certamen, considerado el “Mundial del Bife”, frigoríficos nacionales obtuvieron medallas de oro en categorías emblemáticas como bife ancho, bife angosto y lomo, reafirmando el prestigio internacional de la ganadería argentina.
El jurado, integrado por chefs, carniceros, compradores y críticos especializados de más de 20 países, evaluó más de 300 cortes provenientes de los principales productores globales —entre ellos Australia, Irlanda, Estados Unidos, Nueva Zelanda y Argentina—. En total se otorgaron 304 medallas: 112 de oro, 109 de plata y 73 de bronce.
Argentina se posicionó entre las tres naciones más premiadas, con 29 medallas, un reconocimiento que consolida su reputación en los mercados de carne premium. Australia se destacó con 25 oros, liderando el ranking, mientras que Irlanda obtuvo 24 medallas doradas y fue el país con mayor cantidad de premios en total (68), seguida de Australia (40) y Argentina (29).
El éxito argentino se explica en gran parte por la calidad de sus cortes finos, tradicionalmente demandados por mercados exigentes como Estados Unidos, Rusia y la Unión Europea. Los frigoríficos locales exportan principalmente a través de contenedores frigoríficos con temperatura controlada, lo que garantiza la preservación del sabor, la textura y el color característicos de la carne argentina. En este contexto, los cortes incluidos dentro de la Cuota Hilton —una de las más valoradas por su alto estándar de calidad— son claves para mantener presencia en los canales gourmet de Europa y Norteamérica.
Sin embargo, los exportadores deberán adaptarse a las nuevas normas de sostenibilidad de la UE, que exigirán desde enero de 2026 que la carne provenga de campos no deforestados. Este requisito forma parte de las políticas ambientales que buscan reforzar la trazabilidad y la responsabilidad ecológica en toda la cadena productiva.
En términos de precios, los cortes premium argentinos cotizan entre US$ 6 y US$ 12 por kilo, mientras que los cortes estándar oscilan entre US$ 4 y US$ 7. Paradójicamente, en el mercado interno los precios resultan igualmente elevados: el kilo de asado ronda los US$ 8 (unos $11.542), más caro que en ciudades europeas como París. Con ese dinero, un consumidor local podría adquirir 3 kilos de pollo o 1,5 kilos de cerdo, reflejando el cambio en los hábitos alimentarios del país.
De hecho, el consumo interno de carne vacuna ha sufrido un descenso histórico. Hace medio siglo los argentinos comían 80-90 kilos por persona al año, mientras que hoy la cifra se ubica alrededor de 45-50 kilos, casi en paridad con el pollo. El cerdo, por su parte, ya alcanza 17-23 kilos anuales por persona, consolidando una tendencia de diversificación en las proteínas animales.
En los puntos de venta, los precios muestran una evolución dispar: en septiembre, el promedio del kilo de carne vacuna en carnicerías fue de $12.141, con una suba mensual del 1,1%, mientras que en supermercados el incremento fue del 3,3%, alcanzando $12.357. En el Gran Buenos Aires, las zonas de menor poder adquisitivo registraron alzas del 1,2%, frente al 1,9% de los barrios más acomodados. Pese a la moderación de precios, el poder de compra sigue deteriorándose debido al aumento de los servicios básicos, que ya representan más del 30% del gasto mensual de los hogares.
En el plano internacional, las perspectivas para la carne argentina son alentadoras. Según el Índice de Precios de los Alimentos de la FAO, el valor global de la carne —que incluye res, cerdo, ave y cordero— subió casi 10% en lo que va del año, alcanzando un máximo histórico. Esto favorece a los exportadores locales, que ya venden a 53 mercados internacionales, once más que el año anterior, incluyendo China, la UE, Israel, Estados Unidos y Chile.
Pese a que China absorbe el mayor volumen de carne argentina, las exportaciones hacia ese país se concentran en cortes más económicos como falda y trimming. En cambio, la Unión Europea continúa siendo el principal destino de los cortes de alta calidad, mientras que Estados Unidos recibe partidas selectas de bife ancho, bife angosto y lomo, destinadas a restaurantes argentinos y parrillas premium.
Entre las empresas más destacadas en Ámsterdam se encuentra MBRF Argentina, un frigorífico de capitales brasileños que controla marcas icónicas como La Morocha, QuickFood y Grande Argentina. Su CEO, Gustavo Kahl, expresó que este reconocimiento “ratifica nuestro compromiso con la calidad, la trazabilidad y la sustentabilidad de nuestra producción”. También fueron premiados Frigorífico Rioplatense, Fritz Fleisch & Fisch | Bēf&Co, Compañía Bernal SA y Azul Natural Beef SA, todas referentes del sector exportador argentino.
No obstante, el futuro plantea desafíos. El avance del gigante brasileño, con una industria de escala masiva y precios más bajos, está reconfigurando el equilibrio mundial del comercio de carne. Su competitividad presiona los valores internacionales y obliga a productores como Argentina a redoblar su apuesta por la diferenciación, la trazabilidad y la sustentabilidad.
Así, el brillo de las medallas obtenidas en Ámsterdam no solo celebra la excelencia de la carne argentina, sino que también simboliza la necesidad de adaptarse a un mercado global más exigente, donde la calidad ya no basta por sí sola: también cuenta la historia detrás de cada corte, desde el campo hasta la mesa.