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Vacunación Antiaftosa En El Mercosur


El debate sobre la vacunación antiaftosa en el Mercosur vuelve a cobrar una relevancia estratégica en un contexto global inestable, marcado por nuevos brotes, crecientes exigencias sanitarias y una mayor competencia por mercados premium. 

La discusión ya no se limita a lo técnico: atraviesa la economía, la política sanitaria, la confianza internacional y la memoria de crisis pasadas que aún pesan en la región.

A partir del panel del 4° Congreso Federal Ganadero del Rosgan, se delinearon con claridad tres posiciones y tres modelos sanitarios con fundamentos sólidos, aunque con prioridades distintas. A continuación se presenta un análisis más profundo y comparativo de las posturas de Argentina, Uruguay y Brasil, sus argumentos y las implicancias estratégicas de abandonar o mantener la vacunación.


Argentina: un enfoque conservador basado en experiencia histórica y prevención

La posición argentina se cimenta en una premisa clara: el mayor riesgo no es la circulación actual —hoy inexistente— sino la reintroducción del virus. El recuerdo del fracaso de los años 90, cuando se discontinuó la vacunación y un brote fue encubierto, dejó un trauma institucional y económico que todavía guía las decisiones del sector.

Dardo Chiesa subrayó que:

  • La vacunación no es una respuesta a un problema presente sino una barrera preventiva.

  • El riesgo de “entregar” la vigilancia exclusivamente al Estado genera resistencia, dado el papel decisivo que cumple el sector privado en la detección temprana.

  • La competitividad argentina no se ve limitada por vacunar o no vacunar, sino por deficiencias en trazabilidad, un punto en el que Argentina mantiene asignaturas pendientes.

Desde una perspectiva de riesgo-país, el sistema argentino valora la estabilidad sanitaria por encima de las posibles ventajas comerciales de ser “libre sin vacunación”. La ecuación actual indica que interrumpir la vacunación generaría más vulnerabilidad que oportunidades.


Uruguay: evidencia económica histórica y un sistema sanitario muy consolidado

La experiencia de 2001 marcó un hito profundo. Con pérdidas equivalentes al 3,8% del PBI y un golpe estructural a la confianza sanitaria, Uruguay construyó a partir de entonces un modelo férreo de control, trazabilidad y vacunación.

Rafael Ferber remarcó que:

  • No existe un incentivo comercial suficiente para asumir el riesgo de dejar de vacunar.

  • Uruguay ya accede a mercados de alta exigencia —EE.UU., Japón, China, Israel— sin necesidad de cambiar su estatus.

  • La comparación costo–beneficio es abrumadora:

    • Costo anual de vacunación: USD 32 millones

    • Costo potencial de un brote: hasta USD 2.000 millones

Uruguay sostiene una convicción firme: el sistema funciona, los mercados no penalizan su estatus actual y el riesgo sanitario de un brote supera ampliamente cualquier ventaja futura. Por eso el tema ni siquiera genera debate interno.


Brasil: un cambio estratégico de largo plazo para reforzar su competitividad global

Brasil es el único país que decidió avanzar hacia un modelo sin vacunación, pero su proceso fue extremadamente gradual y requirió transformaciones institucionales profundas.

Puntos centrales expuestos por Gedeao Silveira Pereira:

  • Las cadenas de cerdo y pollo —fuertemente orientadas a mercados muy exigentes— fueron las principales impulsoras del cambio.

  • Se creó el Fundesa, un fondo privado robusto (USD 33 millones) para indemnizaciones rápidas, elemento clave para incentivar la denuncia inmediata de sospechas.

  • La vigilancia pasó a ser un esquema híbrido:

    • El Estado conduce,

    • pero los productores son actores protagónicos en la observación diaria del rodeo.

Brasil tardó 25 años en obtener el estatus “libre sin vacunación”, y ahora busca abrir hasta 35 nuevos mercados, especialmente en carnes con mayor agregación de valor.

Este modelo implica mayores exigencias y responsabilidad directa para los productores, pero está alineado con la escala exportadora brasileña y su agresiva estrategia comercial.


Tres modelos, una tensión compartida

Del análisis surge una pregunta central que condiciona la estrategia sanitaria del Mercosur:
¿Qué modelo minimiza riesgos sin sacrificar competitividad?

Puntos coincidentes:

  • Un brote en un país afecta a toda la región; la interdependencia es total.

  • La fiebre aftosa sigue siendo un riesgo latente, especialmente en un mundo con mayor movilidad y eventos climáticos extremos que facilitan la dispersión de enfermedades.

  • Ningún país puede tomar decisiones sanitarias sin considerar sus compromisos comunes dentro del Mercosur.

Puntos divergentes:

  • Argentina y Uruguay priorizan la seguridad sanitaria y la estabilidad comercial.

  • Brasil prioriza la expansión comercial y asume un mayor protagonismo privado en vigilancia.


Conclusión: una región con el mismo objetivo, pero con caminos distintos

El panel dejó claro que la decisión de vacunar o no no depende únicamente del impacto comercial. Requiere una combinación de:

  • infraestructura sanitaria,

  • comportamiento y compromiso de los productores,

  • capacidad de vigilancia activa,

  • velocidad de respuesta ante emergencias,

  • poder de negociación internacional,

  • y una evaluación honesta del riesgo-país.

Por ahora, la región no avanza hacia un modelo unificado. Cada país responde según su historia, su estructura productiva, sus mercados estratégicos y su tolerancia al riesgo.

Lo único indiscutible es que la fiebre aftosa sigue siendo un tema geopolítico clave en el Mercosur, y cualquier movimiento en falso puede tener consecuencias millonarias y duraderas.

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