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Descubrimiento genético clave en el sorgo


El brotado precosecha del sorgo, un problema significativo en la producción agrícola que puede generar pérdidas de hasta un 30% en el rendimiento, ha sido una preocupación importante para los investigadores en Argentina.

En colaboración entre la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) y el CONICET, se ha logrado identificar la porción de ADN responsable de esta condición y desarrollar plantas de sorgo que son más resistentes a este inconveniente.

El sorgo es un cereal crucial, especialmente en la República Argentina, donde su superficie cultivada ha ido en aumento, impulsada en parte por la demanda de China para la producción de bebidas alcohólicas. Sin embargo, a menudo enfrenta el problema del brotado precosecha, el cual se ve exacerbado por condiciones ambientales, como lluvias y alta humedad, en el periodo previo a la cosecha.

El origen del brotado precosecha se deriva de una baja dormición en los granos, un rasgo que se seleccionó en el mejoramiento genético de los años 60 para facilitar la germinación. Esto llevó a la pérdida de dormición, volviendo a los granos vulnerables a la germinación prematura. El grupo de investigación ha trabajado durante años para identificar el gen que regula la dormición en el sorgo, y su reciente avance ha permitido determinar la región del ADN asociada con el brotado.

Aparte de este avance, se ha descubierto que el mismo cromosoma que regula la dormición también alberga el gen que controla la altura del sorgo, lo que plantea preguntas sobre la relación entre ambos rasgos. El mejoramiento genético que buscaba reducir la altura de la planta para facilitar su cosecha inadvertidamente añadió genes que afectan la dormición, creando un problema en ambientes húmedos.

La colaboración con la empresa Advanta Semillas ha sido fundamental, facilitando estudios que han permitido comprender mejor el ADN del sorgo y trabajar hacia la creación de variedades que no solo sean más bajas, sino que también tengan una mayor capacidad de dormición.

Este esfuerzo no solo beneficia a los productores al disminuir las pérdidas por brotado precosecha, sino que también contribuye a la comprensión científica de los mecanismos genéticos involucrados, ofreciendo un modelo de trabajo colaborativo entre ciencia y sector privado para resolver problemas agrícolas críticos.

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