
Un equipo de investigación argentino, a través del Conicet y el Inta, ha logrado identificar y validar en condiciones de campo dos regiones del ADN del trigo que están estrechamente asociadas con la fertilidad de la espiga.
Este descubrimiento tiene el potencial de acelerar el desarrollo de variedades de trigo más productivas, al permitir la creación de cultivos con un mayor número de espigas y granos, lo que podría mejorar significativamente el rendimiento general.
Liderado por Fernanda González del Conicet y el Inta, el estudio fue publicado en la revista Field Crops Research. Se identificaron dos segmentos del genoma, denominados QFFE.perg-5A y QFEm.perg-3A, que muestran una clara influencia en la eficiencia reproductiva del trigo. Gracias a ensayos realizados en condiciones reales de cultivo, se demostró que el alelo favorable de QFFE.perg-5A puede incrementar el número de granos por metro cuadrado en un 8% y aumentar el rendimiento total del cultivo en un 5%.
González destacó la importancia de comprender mejor los mecanismos que regulan el rendimiento del trigo, dado que este cereal es fundamental para la alimentación de millones de personas y representa un pilar de la economía argentina. Por su parte, Nicole Pretini, primera autora del estudio, enfatizó el avance desde un enfoque experimental en plantas individuales hacia la evaluación en condiciones agrícolas reales.
Los hallazgos no solo tienen implicaciones inmediatas para la selección de líneas más productivas, sino que también podrían facilitar la identificación de genes específicos responsables de estos rasgos, abriendo la puerta al uso de tecnologías avanzadas como la edición genética. Leonardo Vanzetti, coautor del trabajo, señaló que la información generada es de acceso público y ya está siendo utilizada por empresas de mejoramiento, evidenciando el impacto práctico de la investigación.
Además, estos descubrimientos podrían aplicarse a otros cultivos, como cebada, arroz o maíz, sugiriendo que podrían existir mecanismos de regulación del rendimiento comunes entre diferentes cereales. Esta larga línea de investigación, que comenzó hace más de 15 años al identificar la fertilidad de la espiga como una característica clave para mejorar el rendimiento, finalmente está produciendo resultados significativos con un impacto tangible en la producción agrícola.