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Producción Lechera Argentina; Una De Cal Y Otra De Arena


La producción lechera argentina atraviesa un escenario ambivalente en 2025. Por un lado, los indicadores productivos reflejan una recuperación muy significativa luego de varios años complejos. 

Por otro lado, la cadena láctea continúa sometida a tensiones comerciales y financieras que comprometen su sostenibilidad económica.

Según el informe mensual de la Cámara de Productores de Leche de la Cuenca Oeste de Buenos Aires (Caprolecoba), en septiembre se produjeron 1.115 millones de litros de leche, lo que implica un promedio diario de 37 millones de litros. En el período enero-septiembre, la expansión interanual alcanzó 10,5 %. Este desempeño positivo se atribuye en gran medida a dos factores: la mejora en las condiciones agroclimáticas tras las lluvias de Santa Rosa y la resiliencia productiva del sector frente a adversidades estructurales. Caprolecoba destaca que el crecimiento demuestra el potencial del tambo si se reducen los principales frenos, como la volatilidad climática y los derechos de exportación (DEX), que restan competitividad.

Desde el punto de vista agroeconómico, el clima ha acompañado en la zona central del país con perfiles de humedad adecuados, mejor oferta forrajera y una correcta confección de reservas. No obstante, continúa habiendo áreas con excesos hídricos donde la logística y la calidad de los forrajes se ven afectadas. A esto se suma la expectativa de nuevas precipitaciones que, si bien se proyectan moderadas, podrían profundizar los desequilibrios hidrológicos en algunos establecimientos.

El mayor desafío radica en el frente comercial interno. El mercado doméstico presenta un marcado estancamiento en el consumo de productos lácteos de valor masivo, consecuencia de un poder adquisitivo debilitado y de estrategias empresariales enfocadas en liquidez inmediata. La falta de crédito empuja a las industrias a priorizar la caja por sobre la rentabilidad, lo que genera descuentos agresivos y una formación de precios muy desfavorable para el productor. Las pymes industriales enfrentan acumulación de stock y crecientes dificultades de cobranza que tensan su cadena de pagos.

El comercio exterior aparece como una válvula de escape parcial. A pesar de la caída de los precios internacionales, la colocación externa resulta todavía atractiva. La leche en polvo entera ronda los 3.700 dólares por tonelada, mientras que la mozzarella —producto clave para Brasil, principal destino argentino— registra una merma de aproximadamente 20 %. Las plantas con habilitación exportadora operan al máximo de su capacidad de secado y destinan alrededor de un cuarto de la producción nacional a los mercados internacionales. Sin embargo, esta salida no está disponible de forma equitativa en toda la industria y alcanza solo a quienes poseen acceso financiero y comercial al exterior.

El informe concluye que el productor continúa siendo el eslabón más presionado. Los precios del litro de leche al tambo caen tanto en términos reales como en dólares, mientras los costos operativos mantienen una tendencia alcista impulsada por insumos dolarizados, servicios, salarios y financiamiento caro o directamente inexistente. Esta combinación deteriora el margen bruto y compromete la capacidad de inversión en tecnología, bienestar animal y eficiencia reproductiva, factores vitales para sostener la competitividad a mediano plazo.

El sector lácteo se encuentra, por tanto, en una encrucijada estratégica. La mejora en la producción confirma su fortaleza estructural, pero el contexto macroeconómico, tributario y comercial requiere correcciones profundas para que la recuperación física se traduzca en rentabilidad sostenible y en un desarrollo más equilibrado de toda la cadena de valor.

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