El Banco Mundial difundió un nuevo Reporte Económico de América Latina y el Caribe en el que proyecta que la Argentina crecerá un 4,6% en 2025, la tasa más alta entre los grandes países de la región y la segunda de toda América Latina, detrás de Guyana (11,8%).
Este desempeño se explica, principalmente, por el rebote de las exportaciones agrícolas tras la sequía de 2023, y por signos iniciales de mejora en el consumo y la inversión privada, apoyados en un plan de estabilización económica que ha comenzado a mostrar resultados positivos en materia de inflación y equilibrio fiscal.
Según el informe, la economía argentina atraviesa un proceso de recuperación notable luego de dos años consecutivos de contracción. Sin embargo, advierte que el país todavía enfrenta profundos desafíos estructurales, entre ellos la necesidad de consolidar la estabilidad macroeconómica, sostener la baja de la inflación y fortalecer la confianza de los inversores. El documento destaca que la Argentina constituye “un caso distinto” dentro de la región, ya que ha logrado avances significativos hacia la consolidación fiscal, alcanzando superávits fiscales en un contexto donde la mayoría de las economías latinoamericanas mantienen déficits persistentes.
A nivel regional, el Banco Mundial proyecta un crecimiento de 2,3% en 2025 y 2,5% en 2026, lo que califica como “el ritmo más lento entre las regiones del mundo”. Las causas principales de esta debilidad son la inflación persistente, el aumento de la deuda pública, la baja inversión privada y la incertidumbre global. La relación deuda/PIB regional, por ejemplo, subió del 59,9% en 2019 al 63,8% en 2024, lo que refleja el impacto del endeudamiento en las finanzas públicas y en la capacidad de crecimiento.
El informe también subraya un contexto externo adverso, con una caída de la demanda global y una baja prevista en los precios de las materias primas del 10% en 2025 y del 5% adicional en 2026. Estos factores podrían afectar negativamente a los principales sectores exportadores de la región. Además, la incertidumbre sobre las políticas comerciales internacionales y el fenómeno del nearshoring (deslocalización de empresas hacia países más cercanos) plantean nuevos retos para mantener la competitividad.
Ante este escenario, el Banco Mundial propone una agenda de reformas estructurales enfocada en el emprendimiento transformador, es decir, aquel que impulsa la innovación, genera empleos de calidad y eleva la productividad. El organismo considera que el emprendedor es un actor clave del desarrollo económico, y que las políticas públicas deben orientarse a fortalecer su rol mediante educación, financiamiento y un entorno regulatorio más favorable.
El reporte plantea tres ejes estratégicos:
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Inversión en capital humano: mejorar la calidad educativa, modernizar la formación técnica y laboral, y adaptar las competencias de los trabajadores a las necesidades del sector productivo. Como ejemplo, señala que los puntajes del quintil más rico de estudiantes argentinos en las pruebas PISA son inferiores a los del quintil más pobre de Vietnam, lo que refleja un desafío profundo en materia de educación y competitividad.
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Reformas regulatorias y fiscales: eliminar subsidios distorsivos, simplificar el sistema tributario para fomentar la inversión, y modernizar la infraestructura logística, energética y digital. Estas medidas, según el Banco Mundial, son esenciales para mejorar el clima de negocios y reducir las barreras de entrada para nuevas empresas.
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Ampliación del acceso al financiamiento: muchas empresas latinoamericanas, especialmente las pymes, enfrentan fuertes restricciones crediticias. El organismo recomienda fortalecer los mecanismos de distribución de riesgos, agilizar la resolución de disputas y modernizar las leyes de quiebra para proteger tanto a acreedores como a emprendedores.
En su mensaje final, Susana Cordeiro Guerra, vicepresidenta del Banco Mundial para América Latina y el Caribe, afirmó que “los gobiernos de la región han demostrado resiliencia ante crisis sucesivas, preservando la estabilidad; ahora es momento de avanzar con reformas que fomenten la productividad, la innovación y la inversión privada”. En el mismo sentido, William Maloney, economista jefe del organismo, destacó que el futuro del crecimiento regional depende de fortalecer el talento emprendedor y de crear entornos más dinámicos y competitivos que permitan a América Latina “salir de su ciclo histórico de bajo crecimiento”.
En suma, el Banco Mundial considera que la Argentina se encuentra ante una oportunidad clave: consolidar su recuperación económica y transformar su rebote coyuntural en un crecimiento sostenido y de largo plazo, basado en la estabilidad fiscal, la inversión privada y la capacidad emprendedora del país.