
El semáforo de economías regionales de Coninagro correspondiente a julio de 2025 refleja una situación de marcada heterogeneidad en el sector agroproductivo argentino.
En total, se registraron 4 actividades en verde (con buena rentabilidad y perspectivas favorables), 9 en amarillo (con señales mixtas o de estabilidad) y 6 en rojo (con dificultades significativas). Esta herramienta analiza tres componentes clave: negocio, productivo y mercado, lo que permite tener una visión integral de cada cadena productiva.
Las actividades que se encuentran en rojo son aquellas con serios problemas en el componente negocio, ya que sus precios no acompañan la inflación ni el aumento de costos. Allí aparecen la yerba mate, arroz, papa, vino y mosto, hortalizas y mandioca. En general, estas producciones enfrentan estancamiento o caídas en sus precios, lo que reduce la rentabilidad pese a mantener o incluso ampliar su área productiva. Por ejemplo, la yerba mate mostró un aumento interanual de apenas 7% en el precio de la hoja verde, mientras que los costos crecieron más del 35%. El vino y mosto también se vieron afectados por sobreoferta y debilidad en los precios internacionales.
En verde se ubican los sectores de bovinos, porcinos, aves y ovinos, que exhiben márgenes positivos gracias a que los precios al productor subieron por encima de la inflación y los costos. En bovinos, el precio del kilo de hacienda se incrementó 61% interanual, acompañado por un crecimiento del 3% en la producción, aunque con cierta retracción en el consumo interno (50 kg/hab/año frente a 55 del año previo). El sector porcino también mostró un fuerte desempeño: el precio al productor subió 62% interanual y el consumo interno de carne de cerdo alcanzó los 18 kg per cápita, consolidando una tendencia ascendente. En el caso de aves, el precio subió 61% y el consumo se estabilizó en 46 kg por habitante al año, mientras que las exportaciones cayeron levemente. Los ovinos, por su parte, se beneficiaron tanto en carne como en lana, con precios que aumentaron entre 49% y 73%, además de un crecimiento destacado en exportaciones (+218%).
Las actividades en amarillo reflejan un panorama intermedio, con señales positivas en algunos indicadores y negativas en otros. Entre ellas se destacan:
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Cítricos dulces, con precios que crecieron 52% interanual y exportaciones en alza (+438%), aunque con costos que presionan a los productores.
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Granos, que mostraron una producción récord de 131 millones de toneladas (+7% interanual), aunque los precios se ajustaron casi en línea con la inflación, lo que limita la mejora en el componente negocio.
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Leche, que enfrentó precios apenas 15% superiores al año previo, muy por debajo de la inflación y costos, aunque con un aumento interesante en el consumo interno (191 litros per cápita) y exportaciones en alza (+78%).
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Maní, con precios en baja en términos reales (-16% interanual), aunque con fuerte expansión en superficie sembrada y exportaciones (+73%).
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Miel, que si bien tuvo subas de precios moderadas (+25%), quedó rezagada frente a los costos. A pesar de ello, aumentó el número de colmenas y se fortaleció la exportación (+33%).
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Peras y manzanas, con buenos precios (+53%), producción en alza (+7%) y exportaciones crecientes (+42%).
En términos generales, el informe evidencia que las cadenas cárnicas son las que mejor logran trasladar precios y mantener rentabilidad, incluso en un contexto de costos elevados. En contraste, las economías ligadas a cultivos tradicionales como la yerba, el arroz, la papa o el vino enfrentan un escenario adverso, con atraso de precios y mayores dificultades para cubrir gastos.
El comercio exterior se vuelve un factor diferenciador: sectores como granos, cítricos, peras y manzanas, lácteos y ovinos lograron mejorar su competitividad internacional y sostener exportaciones crecientes, lo que compensa la caída del consumo interno o la presión de costos. En cambio, aquellas economías más ligadas al mercado doméstico, como la papa, la yerba o las hortalizas, dependen de un consumo interno estancado y de precios que no acompañan la inflación, lo que las mantiene en zona crítica.
En conclusión, el semáforo de julio 2025 muestra que el agro argentino se mueve a dos velocidades: por un lado, cadenas dinámicas, con buena inserción internacional y precios firmes (carnes, granos, frutas de exportación); por otro, sectores más vulnerables, que sufren atraso de precios y costos crecientes. El gran desafío hacia adelante será mejorar la competitividad y la inserción en mercados externos de las producciones que hoy permanecen en rojo, para equilibrar las disparidades entre las diferentes economías regionales.