
La reciente medida de Estados Unidos de cerrar temporalmente su frontera a las importaciones de ganado en pie de México, en respuesta a un brote del gusano barrenador, ha generado fuertes reacciones del gobierno mexicano.
La presidenta Claudia Sheinbaum ha calificado la decisión como “injusta”, argumentando que el país no debería ser tratado de manera injusta por decisiones unilaterales de su socio comercial más importante.
Esta restricción, que se aplicará durante al menos 15 días, tiene un impacto económico considerable; las estimaciones del Consejo Nacional Agropecuario señalan pérdidas de aproximadamente 11,4 millones de dólares diarios. Este comercio representa más de 1.000 millones de dólares anuales en exportaciones de ganado hacia Estados Unidos.
El brote del gusano barrenador ha sido identificado en estados del sur como Oaxaca y Veracruz, que representan una pequeña proporción de las exportaciones ganaderas del país. Sin embargo, la restricción afecta a todo México, lo que ha llevado a autoridades, incluido el secretario de Agricultura, Julio Berdegué, a expresar preocupaciones sobre cómo esta decisión puede debilitar los esfuerzos de colaboración para el control de plagas.
Las autoridades mexicanas han reiterado su compromiso con la sanidad animal y han pedido que cualquier acción relacionada con la sanidad se base en el diálogo y la cooperación técnica, en lugar de ser impuesta de forma unilateral. El brote del gusano barrenador, que puede afectar no solo a los animales sino también a la salud humana, subraya la necesidad de un enfoque conjunto para manejar estas emergencias sanitarias.