
La proyección para la cosecha de trigo del ciclo 2025/2026 en Argentina es optimista, con una estimación de 20,5 millones de toneladas (M/t) gracias a un perfil de humedad favorable en el suelo.
La siembra está prevista para alcanzar 6,7 millones de hectáreas, lo que igualaría el máximo histórico de siembra y representa un aumento interanual del 6,3%. Este cambio es un contraste significativo con la campaña 2024/2025, que se vio afectada por el fenómeno de "La Niña", que limitó las lluvias críticas para la siembra.
Los pronósticos meteorológicos sugieren una posible consolidación de un evento "Neutral Cálido", que podría traer mayores precipitaciones incluso en el semestre frío, mejorando así las condiciones para el trigo, especialmente en el centro y norte del área agrícola donde se planea un aumento en la superficie sembrada. Regiones como el oeste de Buenos Aires y Córdoba son clave para estos incrementos debido a la recuperación post-deficit hídrico.
Sin embargo, a pesar de estos signos positivos, los márgenes económicos continúan siendo reducidos en muchas zonas, lo que podría influenciar las decisiones de siembra en función de los precios futuros y los costos de producción. A nivel internacional, el precio del trigo en el mercado de Chicago es un 6% inferior al del año pasado, y se anticipa que la producción mundial alcance 807 millones de toneladas, mientras que el consumo seguirá superando la producción, lo que podría reducir aún más los stocks globales.
En el plano local, el precio del trigo se sitúa en torno a los 205 USD por tonelada, lo que representa una disminución interanual, aunque la baja de costos de insumos como fertilizantes y herbicidas mejora la relación insumo-producto, lo que podría traducirse en una leve mejora de la rentabilidad.
La estimación de que el trigo aportará 3.600 millones de USD a la economía local, junto con un aumento en la recaudación fiscal y en las exportaciones, refuerza la relevancia del cultivo en la economía argentina a pesar de los desafíos persistentes.