
El escenario internacional de los mercados lácteos atraviesa una etapa de marcada sobreoferta, con una producción global de leche que supera ampliamente los volúmenes del año anterior y genera una presión significativa sobre los precios y el comercio internacional.
Esta situación se ve acentuada especialmente en el hemisferio occidental, donde el crecimiento productivo ha sido más intenso, desatando una competencia cada vez más agresiva entre los principales países exportadores para colocar sus excedentes en un contexto de demanda relativamente débil.
De acuerdo con el último informe del Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA), la tendencia de crecimiento productivo es clara en casi todos los grandes jugadores del mercado. En Nueva Zelanda, principal exportador mundial de lácteos, la producción de leche de octubre registró un incremento interanual del 2,8%. Si bien no se trata de un salto extraordinario en términos históricos, resulta significativo en un mercado ya abastecido y con precios en baja, dado el peso que tiene el país oceánico en el comercio internacional.
En China, un actor clave por su rol como principal importador global, la situación también genera preocupación. Tras 15 meses consecutivos de contracción, la producción interna de leche mostró una recuperación inesperada en septiembre. Este repunte, en un contexto de consumo interno debilitado por la desaceleración económica y la cautela de los consumidores, podría reducir aún más la necesidad de importar productos lácteos, desplazando volúmenes que tradicionalmente encontraban destino en ese mercado y aumentando la presión sobre otros países exportadores.
No obstante, el mayor impacto proviene claramente del hemisferio occidental. En Estados Unidos, la producción de leche mostró aumentos interanuales muy marcados durante cuatro meses consecutivos: 4,1% en julio, 3,4% en agosto, 3,8% en septiembre y 3,7% en octubre. Este comportamiento configura el mayor crecimiento promedio interanual en un período de cuatro meses desde 2012. El incremento responde a una combinación de factores, entre ellos mejoras en la productividad por vaca, costos de alimentación relativamente más estables y condiciones climáticas favorables en varias regiones productoras.
Europa, por su parte, tuvo un inicio de año más moderado. Entre enero y agosto, las recolecciones de leche se mantuvieron apenas en línea con los volúmenes del año anterior. Sin embargo, a partir de septiembre se produjo una fuerte aceleración del crecimiento. En ese mes, la producción superó a la de 2024 en un 4,2%, y en octubre el aumento alcanzó un notable 5,3%. Si se incorpora al Reino Unido dentro del bloque ampliado, el crecimiento interanual de octubre asciende al 5,5%.
Este repunte europeo es particularmente relevante, ya que la Unión Europea es uno de los mayores exportadores mundiales y cuenta con una enorme capacidad para volcar excedentes en el mercado internacional.
En conjunto, las recolecciones de leche de los cinco mayores exportadores de lácteos del mundo crecieron un 4,3% interanual en octubre. Se trata del ritmo de expansión más acelerado para este grupo desde 2014, cuando Europa se preparaba para eliminar su sistema de cuotas lácteas. Esta comparación histórica refuerza la magnitud del actual ciclo expansivo y explica la intensidad de la competencia comercial. Con tantos países intentando colocar mayores volúmenes al mismo tiempo, se genera una auténtica “carrera a la baja” en los precios internacionales.
Este contexto de abundancia se refleja claramente en la evolución de la subasta Global Dairy Trade (GDT), una referencia clave para los valores internacionales. En el último evento, el índice GDT encadenó su octava caída consecutiva, con un retroceso del 4,3%, alcanzando su nivel más bajo desde principios de 2024. Las grasas lácteas fueron las más afectadas por el exceso de oferta. El precio de la grasa láctea anhidra cayó un 9,8% respecto de la subasta de fines de noviembre, mientras que la mantequilla sufrió un desplome aún mayor, del 12,4%.
Los productos en polvo tampoco escaparon a la tendencia bajista. La leche desnatada en polvo (LDP) alcanzó su precio más bajo en más de dos años dentro de la plataforma GDT, reflejando tanto la elevada disponibilidad como la debilidad de la demanda internacional. En tanto, la leche entera en polvo (LEP), uno de los productos más representativos del comercio global, marcó un nuevo mínimo anual, profundizando las señales de un mercado claramente desequilibrado.
En síntesis, el panorama lechero internacional está dominado por una combinación de fuerte crecimiento productivo, especialmente en los principales exportadores, y una demanda que no logra absorber esos volúmenes adicionales. Esta brecha entre oferta y consumo presiona los precios a la baja y obliga a los países productores a competir con mayor agresividad en los mercados externos. Para las economías lecheras, el desafío será atravesar este período de sobreoferta, sosteniendo la rentabilidad y evitando que la prolongación de precios deprimidos genere impactos estructurales en la cadena productiva.