
El trébol está cobrando un protagonismo creciente en los sistemas ganaderos y arroceros del litoral argentino gracias a una combinación poco frecuente de cualidades: alto valor nutricional, notable capacidad de producción de forraje, excelente comportamiento en suelos húmedos y un aporte sustancial a la fertilidad del suelo.
Los resultados presentados por el ingeniero agrónomo Héctor Rodríguez, del INTA San Salvador, durante la Jornada a Campo del IPCVA en Jubileo (Entre Ríos), muestran con claridad por qué esta leguminosa anual se ha convertido en una herramienta estratégica para planteos mixtos que buscan eficiencia y sustentabilidad.
Una leguminosa que se adapta y multiplica beneficios
El trébol comenzó siendo incorporado como cultivo de servicio en rotaciones arroceras debido a su tolerancia al encharcamiento, una condición que limita el uso de muchas otras forrajeras. Sin embargo, su comportamiento superó las expectativas: su capacidad de rebrote, vigor inicial y plasticidad frente a distintos manejos lo transformaron rápidamente en una alternativa forrajera de alto rendimiento.
Como cultivo invernal anual —con ciclo de abril a diciembre— puede producir hasta 10.000 kg de materia seca por hectárea, cifra notable para un forraje de este tipo y especialmente valiosa en regiones donde el invierno suele restringir la oferta de pasto. En planteos de recría, Rodríguez destacó ganancias de 1,1 kg diarios por animal, incluso sin suplementación, lo que remarca su calidad nutritiva. Su nivel proteico es comparable al de la alfalfa, pero con un plus diferencial: tolerancia superior a suelos anegables y baja exigencia hídrica.
Claves del manejo: pastoreo y fertilización fosforada
Para optimizar su uso, el INTA recomienda sistemas de pastoreo rotativo o intensivo, con ocupaciones de 6 a 7 días por lote, permitiendo descansos que favorezcan el rebrote y la persistencia del cultivo durante todo su ciclo.
Uno de los puntos más importantes subrayados por Rodríguez es la alta respuesta a la fertilización con fósforo. Muchos suelos del litoral presentan deficiencias marcadas de este nutriente, y la corrección puede aumentar la producción de materia seca hasta en un 50%. Este incremento no solo se traduce en más forraje disponible, sino también en mayor actividad de fijación biológica de nitrógeno, un proceso clave para la mejora del suelo.
Impacto en el arroz: más nitrógeno, más materia orgánica y más rendimiento
En los planteos arroceros, el trébol está mostrando un rol transformador. Su capacidad para fijar nitrógeno atmosférico, sumada al aporte de raíces y residuos vegetales, incrementa la materia orgánica y activa la microbiología del suelo. Esto se traduce en mejoras en la estructura, aireación y capacidad de retención de agua.
Los ensayos del INTA mostraron que, después del trébol, el arroz produjo 1.500 kg más por hectárea, una diferencia muy significativa en márgenes cada vez más ajustados para el productor arrocero. Esta mejora no depende únicamente del aporte nutricional, sino del efecto combinado sobre la salud y la estabilidad física del suelo.
Riesgos y recomendaciones prácticas
Como toda leguminosa de alta calidad, el trébol tiene riesgo de empaste cuando se ofrece en forma exclusiva. Para evitarlo, se aconseja consociarlo con gramíneas como avena, triticale o burregras de ciclo largo, que equilibran la dieta, aportan fibra efectiva y acompañan el desarrollo del cultivo durante todo el otoño-invierno.
Una opción estratégica para sistemas mixtos
La integración del trébol en rotaciones ganaderas y arroceras permite mejorar simultáneamente tres pilares productivos:
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Producción animal: más kilos de carne por hectárea con un forraje económico y de alta calidad.
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Fertilidad del suelo: aporte de nitrógeno, mejora de la estructura y estímulo de la vida microbiana.
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Eficiencia del sistema: cierre de ciclos, reducción de insumos y mayor resiliencia ante ambientes variables.
Por estas razones, el trébol se está consolidando como una alternativa versátil, sostenible y de alto impacto, especialmente valiosa para los sistemas mixtos del litoral argentino que buscan mayor productividad sin comprometer la salud del suelo.