
Con tasas de interés inaccesibles y un sistema financiero bancario que no logra acompañar las necesidades del agro, el financiamiento propio de las empresas se ha convertido en la herramienta clave para mantener el ritmo productivo y evitar un mayor deterioro del parque de maquinaria agrícola.
En este escenario, John Deere Financial emerge como un caso emblemático de cómo la articulación entre industria y financiamiento especializado puede sostener la competitividad del sector.
La industria de la maquinaria agrícola argentina atraviesa una de sus etapas más críticas en materia de acceso al crédito. Según datos de la Asociación de Fabricantes de Tractores (AFAT), alrededor del 80 % de las cosechadoras en uso tiene más de 10 años, y en el caso de los tractores, la antigüedad promedio supera los 15 años. Este envejecimiento del parque nacional tiene consecuencias directas sobre la productividad: los equipos obsoletos implican mayores costos operativos, menor eficiencia y pérdidas potenciales de miles de millones de dólares en exportaciones por menor rendimiento de las cosechas.
El problema principal radica en el costo del financiamiento. Con tasas bancarias que en muchos casos superan el 40 % anual en pesos, la posibilidad de acceder a crédito para renovar equipos se ha vuelto prácticamente nula. La comparación entre eventos del sector refleja la sensibilidad de la demanda frente a las condiciones financieras: durante Expoagro, cuando se ofrecieron líneas subsidiadas cercanas al 15 %, las ventas de maquinaria se dispararon; sin embargo, apenas un mes después, en Agroactiva, cuando las tasas aumentaron al 24 %, la demanda se desplomó casi un 47 %. Hoy, las fábricas operan con niveles de capacidad ociosa preocupantes y ventas anuales que apenas alcanzan entre 5.000 y 6.000 unidades de tractores y entre 600 y 800 cosechadoras, muy por debajo del umbral de renovación sostenida estimado por AFAT en 8.000 tractores y 1.200 cosechadoras por año.
Frente a este panorama, las empresas con divisiones financieras propias han asumido un rol central para sostener la inversión y evitar la parálisis del sector. John Deere Financial, que celebra su 25° aniversario en Argentina, se ha consolidado como una alternativa eficaz para los productores que buscan financiamiento adaptado a los tiempos del campo. “Nuestra compañía financiera permite dar al productor una alternativa para poder financiar la compra de equipos, tanto nuevos como usados, entendiendo también los ciclos productivos que tienen”, explicó Rodrigo Weisburd, gerente de Asuntos Corporativos de John Deere Argentina.
Weisburd enfatizó que la estrategia de la empresa no busca reemplazar al sistema bancario, sino complementarlo. “En los momentos donde hay una mayor retracción del crédito a nivel nacional, la compañía financiera da un soporte adicional, porque necesitamos estar más cerca del productor para que pueda desarrollar sus operaciones”, señaló. En un contexto donde el contratista rural —responsable de aproximadamente el 70 % de la producción agrícola— enfrenta serias limitaciones para acceder al crédito tradicional, la flexibilidad y el conocimiento técnico del negocio resultan determinantes.
Uno de los factores que distingue a John Deere Financial es su capacidad para evaluar riesgos desde una perspectiva productiva, más que meramente contable. “Las tasas son competitivas, pero el mayor valor agregado está en el entendimiento de los ciclos comerciales de los clientes. En la particularidad de Argentina, el sistema bancario muchas veces tiene dificultades para acompañar al contratista. Nosotros tenemos más desarrollada esa gimnasia para poder evaluarlos y acompañarlos”, destacó Weisburd.
El modelo también abarca el financiamiento de maquinaria usada, lo que amplía las posibilidades de recambio tecnológico. “Normalmente priorizamos los equipos John Deere, pero en la dinámica comercial intervienen máquinas de distintas marcas, y nuestros concesionarios cuentan con la experiencia para valorarlas y facilitar las operaciones de recambio”, agregó. Esta flexibilidad permite dinamizar el mercado secundario y mantener en circulación equipos que, de otro modo, quedarían fuera del sistema productivo.
De cara al futuro, el sector mantiene un optimismo cauteloso. Desde AFAT proyectan que 2026 podría marcar el inicio de una recuperación gradual, en la medida en que las condiciones macroeconómicas y financieras comiencen a estabilizarse. Mientras tanto, las divisiones financieras de las principales empresas del sector —como John Deere Financial— seguirán desempeñando un rol esencial: sostener la inversión, acompañar a los productores y preservar la competitividad de un campo que continúa siendo uno de los pilares de la economía argentina.