
La Red de Vigilancia Activa con seguimiento de 150 apiarios en la Argentina, coordinada por el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa), es una estrategia sanitaria clave para la protección de la apicultura nacional.
Su principal objetivo es prevenir el ingreso y la dispersión del pequeño escarabajo de las colmenas (PEC), una plaga de gran impacto que aún no se encuentra en el país pero sí en naciones limítrofes como Brasil, Bolivia y Paraguay.
Este insecto, originario del África subsahariana, se ha expandido a distintas regiones del mundo y se caracteriza por provocar severos daños en las colmenas al alimentarse de la miel, el polen y la cría de abejas. Además, contamina la miel con sus excrementos, generando fermentación y pérdida de calidad. Su presencia no solo ocasiona perjuicios económicos directos a los apicultores, sino también restricciones comerciales, ya que la Argentina ocupa un rol destacado como uno de los principales exportadores de miel a nivel mundial.
Para minimizar este riesgo, desde 2016 nuestro país se encuentra en estado de alerta sanitaria, establecido por la Resolución Senasa N° 302, que dispone medidas preventivas frente al alto riesgo epidemiológico generado por la detección de la plaga en países vecinos. En este marco, la Red de Vigilancia Activa se consolida como una herramienta fundamental para la detección temprana y el monitoreo permanente de la sanidad apícola.
La Red está integrada por 150 apiarios distribuidos de manera estratégica en todo el territorio nacional, cubriendo zonas clave desde Chubut hasta Salta, y desde Entre Ríos hasta Mendoza. Estos apiarios se clasifican en dos categorías: apiarios de vigilancia y apiarios centinela.
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Los apiarios de vigilancia constituyen la mayoría y son propiedad de productores apícolas que se adhieren voluntariamente al sistema. Su monitoreo está a cargo de los propios apicultores o de Inspectores Sanitarios Apícolas (ISAs) acreditados ante el Programa Nacional de Sanidad Apícola del Senasa.
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Los apiarios centinela, en cambio, son establecimientos estratégicamente ubicados en zonas consideradas de mayor riesgo epidemiológico, como áreas cercanas a pasos fronterizos o regiones con fuerte intercambio comercial y tránsito de colmenas. Estos apiarios cuentan con controles más frecuentes y detallados, a fin de aumentar las posibilidades de detección temprana de la plaga.
El trabajo conjunto entre los apicultores, los ISAs y el Senasa resulta esencial para sostener este sistema de prevención. Las tareas incluyen revisiones periódicas de las colmenas, identificación de posibles síntomas compatibles con la presencia del PEC y el envío de muestras a laboratorios oficiales en caso de sospechas.
Gracias a este esquema de vigilancia activa, la Argentina ha logrado hasta el momento mantener su estatus sanitario libre del pequeño escarabajo de las colmenas, lo que garantiza no solo la sustentabilidad de la producción apícola interna, sino también la continuidad del acceso a los mercados internacionales más exigentes.
En definitiva, la Red de Vigilancia Activa del Senasa representa una política sanitaria estratégica y de gran valor para la cadena apícola, ya que combina la participación de los productores con el respaldo técnico y científico del Estado, en un esfuerzo conjunto destinado a preservar la apicultura argentina frente a una de las amenazas más graves que enfrenta la actividad a nivel mundial.