El desembarco de peras frescas chinas en Argentina ha generado un acalorado debate en el sector frutal del país, especialmente en la región del Alto Valle, donde la producción de peras es un pilar fundamental de la economía local.
Con la llegada de este primer cargamento oficial de 2.597 cajas, se plantea un desafío significativo para los productores argentinos, quienes sienten que enfrentan condiciones desiguales frente a sus competidores chinos.
Los productores argentinos, organizados en la Cámara Argentina de Fruticultores Integrados (CAFI), han subrayado las dificultades que encuentran a la hora de exportar a China, citando las barreras paraarancelarias que les imponen y la rigurosidad en los controles de sus productos. Esto contrasta con la facilidad que los productos chinos parecen tener para ingresar al mercado argentino sin enfrentar los mismos obstáculos.
Los comentarios del secretario provincial de Fruticultura de Río Negro reflejan preocupaciones sobre la carga impositiva y los altos costos de producción en la región. La calidad del trabajo del sector frutal es alta, pero su sostenibilidad se ve amenazada por la competencia de frutas importadas que, a pesar de enfrentar largas distancias de transporte, llegan al consumidor final a precios competitivos, lo que contestando a la eficiencia de los procesos de producción nacional.
Por otra parte, la Secretaría de Fruticultura ha indicado que las peras chinas están destinadas en su mayoría a comunidades asiáticas en Argentina y que, debido a sus características específicas, no compiten directamente con la producción local. No obstante, la falta de reciprocidad en las regulaciones sanitarias puede ser un punto crítico que justifique una revisión de los protocolos de importación.
En el contexto macroeconómico, el impacto de la importación de peras chinas se suma a las ya existentes dificultades que enfrenta Argentina, como la inflación, la falta de financiamiento y la presión fiscal. Los productores del Alto Valle han comenzado a exigir medidas concretas por parte del gobierno nacional, tales como la reducción de impuestos, incentivos para las exportaciones y la creación de reglas claras que garanticen una competencia justa.
La llegada de la fruta china podría alterar la dinámica del mercado frutal argentino, y con ello, las expectativas de los productores locales, quienes anhelan la equidad en el acceso a los mercados internacionales y la protección de su producción ante la competencia externa.