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Frigoríficos Frenan La Faena.



Con el precio de la hacienda en niveles récord y un escenario internacional cada vez más adverso, la industria exportadora de carne vacuna atraviesa uno de los momentos más delicados de los últimos años. 

La combinación de costos internos en fuerte alza, valores de exportación en retroceso y una demanda externa más cautelosa llevó a numerosos frigoríficos exportadores a tomar decisiones defensivas: adelantar vacaciones, reducir turnos de trabajo o directamente suspender la faena antes de fin de año, en un contexto donde, según coinciden los referentes del sector, “los números no cierran”.

Un freno anticipado y generalizado

Según pudo relevar el sector, entre cinco y siete plantas exportadoras ya frenaron su actividad o están a punto de hacerlo, con paradas que se extenderían hasta los primeros días de enero. La información fue confirmada por el Consorcio de Exportadores de Carnes ABC, que agrupa a las principales compañías del rubro, y refleja un clima de creciente preocupación en toda la cadena cárnica.

En condiciones normales, las interrupciones de actividad suelen concentrarse en el período comprendido entre Navidad y Año Nuevo, cuando la operatoria se reduce por las Fiestas y la logística se vuelve más compleja. Sin embargo, este año el parate llegó antes. “La suba del precio de la hacienda fue tan brusca que dejó a muchas plantas sin margen de maniobra. Frente a eso, adelantar vacaciones aparece como una forma de limitar pérdidas”, explicaron desde la entidad.

El impacto del precio de la hacienda

El principal factor de tensión está del lado de los costos. Desde el Consorcio ABC detallaron que, desde las elecciones de octubre, el precio de la hacienda aumentó más de 20% en prácticamente todas las categorías relevantes para la exportación. El novillo pesado apto para la Unión Europea pasó de valores cercanos a los $6300 por kilo a alrededor de $7700, mientras que la vaca gorda con destino UE subió de $5500 a $6400. En el caso de la vaca manufactura, clave para el mercado chino, los valores actuales rondan los $5200 por kilo, frente a los $4200 que se pagaban antes de octubre.

Este salto en los precios responde a una oferta más restringida, a la retención de hacienda por parte de los productores y a expectativas inflacionarias que empujan a cubrirse en activos reales. Para los frigoríficos, sin embargo, este escenario implica una presión directa sobre los márgenes, especialmente cuando no pueden trasladar ese mayor costo a los precios de venta en el exterior.

Exportaciones en baja y mercados exigentes

Del lado de los ingresos, la situación es diametralmente opuesta. Los precios internacionales de la carne vacuna vienen mostrando una tendencia a la baja, en un contexto de menor dinamismo del comercio global y consumidores más sensibles a los precios. La Cuota Hilton, uno de los negocios más rentables para la Argentina, sufrió una caída de alrededor de US$1000 por tonelada, pasando de valores de entre US$19.000 y US$19.500 a un rango de US$18.000-18.500.

China, que concentra cerca del 70% de las exportaciones argentinas de carne vacuna, también mostró señales de enfriamiento. Los precios promedio cayeron alrededor de US$200 por tonelada, con un mercado más lento, mayor competencia de otros proveedores y compradores presionando a la baja ante un consumo interno debilitado.

Este descalce entre costos crecientes y precios de venta en retroceso golpea de lleno la rentabilidad del negocio exportador. “En algunos casos, directamente se trabaja a pérdida”, reconocieron desde el sector.

Negocios al límite y márgenes en rojo

El impacto varía según el tipo de producto y el destino. En el caso de la carne kosher, destinada principalmente a Israel, las empresas explican que el negocio apenas logra empatar cuando toda la producción califica y se vende a ese mercado. Pero si una parte de la mercadería no cumple los requisitos y debe redirigirse a China, donde los valores son significativamente menores, el resultado económico se vuelve negativo.

La situación es aún más compleja en el segmento de vaca con destino China, donde los precios actuales no alcanzan a cubrir los costos totales de producción, faena y logística. “Hoy, la vaca para China es un negocio directamente negativo”, admitieron fuentes del Consorcio ABC.

Estrategias dispares según la estructura de cada planta

No todas las empresas reaccionan de la misma manera frente a este escenario. Las plantas con altos costos fijos —energía, personal, mantenimiento— suelen optar por seguir faenando aun con márgenes negativos, ya que detener completamente la actividad también implica costos difíciles de absorber. Otras, en cambio, con estructuras más flexibles o menor integración, decidieron frenar la faena desde mediados de diciembre y permanecer cerradas hasta el 5 de enero.

Los frigoríficos de mayor escala, por su parte, tienden a espaciar los parates o a reducirlos a períodos más cortos, apostando a un eventual reacomodamiento del mercado en las próximas semanas.

Un contexto internacional que refuerza la señal de alerta

La crisis de rentabilidad no es un fenómeno exclusivo de la Argentina. A nivel global, la industria cárnica enfrenta tensiones similares. En Estados Unidos, el fuerte faltante de ganado llevó los precios de la hacienda a niveles históricos y obligó a tomar decisiones drásticas. Según informó la agencia Reuters, Tyson Foods —uno de los mayores procesadores de carne del mundo— cerrará una megaplanta en Nebraska que emplea a 3200 trabajadores, luego de que la oferta de ganado cayera al nivel más bajo en 75 años y la compañía registrara pérdidas interanuales por US$291 millones.

Si bien los contextos productivos y regulatorios son diferentes, el mensaje es coincidente: cuando la materia prima se encarece más rápido de lo que el mercado convalida en los precios finales, la industria se ve forzada a frenar, reducir actividad o directamente cerrar plantas.

Perspectivas e incertidumbre hacia adelante

De cara a los próximos meses, el sector exportador de carne vacuna se mueve con extrema cautela. La expectativa está puesta en un eventual reacomodamiento del precio de la hacienda, una mejora en los valores internacionales o algún alivio en los costos que permita recomponer márgenes. Sin embargo, por ahora predomina la incertidumbre.

“Seguimos trabajando porque no podemos parar los costos fijos, pero la rentabilidad es muy mala”, resumió un directivo de una de las principales empresas del sector. Hasta que no se cierre la brecha entre costos y precios de venta, la industria continuará operando en modo defensivo, priorizando la supervivencia financiera por sobre el volumen de producción.

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