
La declaración de 2026 como el Año Internacional de la Agricultora por parte de la FAO constituye un hito global orientado a visibilizar, fortalecer y apoyar el rol esencial que millones de mujeres desempeñan en la producción de alimentos, el sostenimiento de las economías rurales y la resiliencia de los sistemas agrícolas frente al cambio climático.
A nivel mundial, las mujeres rurales representan casi la mitad de la fuerza laboral agrícola, pero continúan enfrentando brechas profundas en el acceso a la tierra, créditos, tecnología, capacitación, redes de comercialización y participación en espacios de decisión.
Esta desigualdad impacta directamente en la seguridad alimentaria global: según la FAO, si las mujeres tuvieran acceso equitativo a los recursos productivos, los rendimientos agrícolas podrían aumentar entre un 20% y un 30%, contribuyendo a reducir el hambre en millones de personas.
El Año Internacional de la Agricultora busca movilizar recursos, alianzas institucionales y políticas públicas que permitan revertir estas barreras históricas. El foco estará puesto en empoderar a la mujer rural como agente de cambio, reconociendo que su liderazgo es indispensable para construir sistemas alimentarios más justos, sostenibles y resilientes.
La directora general adjunta de la FAO, Beth Bechdol, subrayó que invertir en mujeres rurales no es únicamente una cuestión de igualdad de derechos, sino una estrategia eficaz para erradicar la pobreza extrema y fortalecer la nutrición de las comunidades. Cuando una agricultora accede a la misma educación, tecnología y financiamiento que un hombre, no solo aumenta la productividad de sus cultivos: también mejora la calidad de la alimentación familiar, impulsa el desarrollo local y contribuye a la estabilidad económica de toda la región.
Durante 2026 se desplegará una agenda internacional amplia, que incluirá:
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Conferencias y foros globales sobre igualdad de género en el campo, innovación agrícola y políticas de acceso a la tierra.
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Programas de inversión orientados a promover la resiliencia climática, especialmente en zonas vulnerables a sequías, inundaciones y degradación del suelo.
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Capacitaciones técnicas y financieras para agricultoras, cooperativas lideradas por mujeres y emprendimientos rurales femeninos.
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Proyectos de investigación destinados a medir el impacto del liderazgo femenino en la sostenibilidad de los sistemas alimentarios.
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Campañas de sensibilización para reducir prejuicios culturales que limitan la participación de las mujeres en las decisiones productivas y comunitarias.
El objetivo final es generar un cambio estructural: reconocer a la mujer rural como protagonista de la producción de alimentos, garantizar su acceso real a los recursos productivos y promover su participación en todos los niveles de toma de decisiones.
Con ello, la FAO aspira a sentar las bases de un mundo rural más equitativo, próspero y sostenible, donde el aporte de las agricultoras deje de ser subestimado y pase a ocupar el lugar central que merece en el desarrollo global.