
Durante septiembre, Argentina exportó 71.327 toneladas peso producto de carne vacuna, alcanzando así el segundo volumen mensual más alto del año, con una facturación que superó los 2.700 dólares por tonelada.
Este desempeño marca un punto de inflexión en un año que, hasta mediados, mostraba cifras por debajo de las registradas en 2023. Según el informe del mercado ganadero RosGan, entre enero y septiembre se exportaron unas 522 mil toneladas, lo que representa una caída del 9% en volumen, pero un incremento cercano al 25% en el valor total, alcanzando los 2.765 millones de dólares.
Esta mejora en facturación se explica principalmente por el fortalecimiento de los precios internacionales, impulsados por una mayor demanda global y restricciones de oferta en otros países productores.
En las últimas semanas, el sector cárnico argentino se vio sacudido por rumores sobre un posible acuerdo comercial entre Argentina y Estados Unidos, impulsado directamente por el gobierno de Donald Trump. Si bien no existen confirmaciones oficiales, las versiones apuntan a que este acuerdo incluiría una revisión del actual esquema arancelario y una eventual ampliación del cupo de importación de carne argentina al mercado estadounidense.
El contexto que enmarca estas negociaciones es especialmente favorable para Argentina. Estados Unidos atraviesa una etapa de escasez de carne local, resultado de una fuerte contracción en su stock ganadero causada por una prolongada sequía que afectó a las principales zonas productivas del país durante los últimos cuatro años. Esta reducción de oferta interna llevó a un aumento sostenido de los precios de la carne en el mercado norteamericano, lo que ha generado una presión política significativa para encontrar proveedores alternativos que ayuden a estabilizar los precios al consumidor.
México, tradicional socio comercial de Estados Unidos en materia de carne y ganado en pie, enfrenta a su vez complicaciones derivadas de problemas sanitarios y de su estricta política arancelaria, lo que derivó en tensiones con Brasil, su principal proveedor. Esta situación abre una ventana de oportunidad para Argentina, que podría posicionarse como un socio estratégico para garantizar el abastecimiento norteamericano.
El comercio bilateral de carne entre Argentina y Estados Unidos ha tenido un recorrido reciente limitado pero creciente. Desde la reapertura del mercado estadounidense a la carne argentina en 2018, el país sudamericano ha estado sujeto a un cupo anual de 20.000 toneladas con arancel preferencial, inicialmente del 0%. Sin embargo, a partir de agosto de este año, este cupo comenzó a tributar un 10% de arancel, mientras que las exportaciones por fuera de esa cuota pagan un total del 36,4%, combinando aranceles del 26,4% más el 10% general.
En 2024, Argentina exportó a Estados Unidos unas 34.750 toneladas peso producto por un valor superior a los 190 millones de dólares. En lo que va de 2025, ya se han embarcado más de 29.000 toneladas por un valor de 215 millones de dólares, lo que representa un aumento del 11% respecto de todo el año anterior, reflejando tanto un incremento de precios como un cambio en la composición de los destinos.
Si se concretara un acuerdo que ampliara el cupo libre de arancel o redujera las tasas para el ingreso de carne argentina, el impacto sería notable. No solo permitiría a la industria exportadora mejorar sus márgenes, sino que también fortalecería la presencia argentina en un mercado de alto valor y elevada exigencia sanitaria. Además, contribuiría al posicionamiento global del país como proveedor confiable de carne premium, abriendo la puerta a acuerdos con otros mercados de características similares, como Corea del Sur o Japón.
Sin embargo, el hermetismo en torno a las negociaciones genera incertidumbre. No se descarta que el eventual acuerdo con Estados Unidos incluya contrapartidas para productos estadounidenses, como granos, insumos agropecuarios o alimentos procesados, lo que podría afectar a otros sectores locales. Asimismo, algunos analistas advierten que Washington podría intentar incluir cláusulas que limiten o condicionen las relaciones comerciales de Argentina con China, actualmente su principal destino exportador de carne.
En términos de impacto interno, los especialistas coinciden en que un aumento en los envíos hacia Estados Unidos no generaría tensiones significativas en la oferta doméstica. Argentina produce más de 3 millones de toneladas de carne vacuna al año, por lo que incluso un incremento sustancial en las exportaciones a ese mercado representaría una fracción menor de la producción total.
En el corto plazo, lo más probable es que la industria exportadora busque optimizar su estructura de ventas, priorizando destinos con mejores condiciones arancelarias y mayor poder adquisitivo. Esto redundaría en una recomposición de márgenes para los frigoríficos y exportadores, más que en un salto inmediato del volumen total exportado.
A largo plazo, el desafío estará en aumentar la productividad y el peso promedio de faena, orientando la ganadería hacia animales más pesados y de mejor calidad, lo cual requiere no solo precios atractivos, sino también políticas estables, previsibilidad y acceso a financiamiento.
Si se logra consolidar un horizonte de mediano plazo con reglas claras y acceso ampliado a mercados de alto valor como el estadounidense, la cadena de valor de la carne argentina podría iniciar un nuevo ciclo de crecimiento sostenido, con beneficios tanto para el productor como para el país en términos de ingreso de divisas y posicionamiento internacional