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Jóvenes En Jornada De Lechería MECA25.


La jornada La Lechería del Futuro, desarrollada en el marco de MECA25 en la Sociedad Rural de Villa María, dejó en claro que las nuevas generaciones ya no solo están presentes en las empresas tamberas, sino que además están marcando un rumbo distinto, con innovación, profesionalización y una visión estratégica que combina tradición con tecnología.

Bajo el lema “La lechería cordobesa en la próxima década. Así la veo yo”, dos jóvenes menores de 30 años, Lorena Bergami y Mateo Bono, compartieron sus experiencias, mostrando cómo se gestionan los tambos familiares y hacia dónde se dirigen en un contexto cada vez más desafiante, pero también lleno de oportunidades.


El caso de Lorena Bergami – Establecimiento JB

El Establecimiento JB, fundado en 1921, es un ejemplo de continuidad y adaptación. Hoy cuenta con 200 hectáreas propias y 500 alquiladas, integradas en un sistema productivo que en parte se industrializa en Lácteos Ausonia, una empresa adquirida en 2022 por la familia junto a otros productores.

El tambo posee 12 bajadas en espina de pescado, con retiradores y corral de espera, además de nuevas instalaciones como la puerta apartadora, que facilitan la organización del ordeño y mejoran el confort del personal. En crianza, aplican un esquema de box individuales bajo galpón, priorizando la sanidad de los terneros.

Lorena subrayó que el bienestar animal es uno de los pilares de su gestión: alfombras en la sala de ordeño, techado en la sala de espera, aspersores para reducir el estrés térmico, y collares de monitoreo para todas las vacas en ordeño y preparto.

La genética también ocupa un lugar central. La familia lleva más de 40 años aplicando inseminación artificial, con mejoras progresivas en la selección de toros. Actualmente manejan una reposición del 21%, lo que genera un excedente de vaquillonas preñadas que se comercializan y permiten financiar nuevas inversiones. El próximo paso será avanzar hacia el genoma bovino, con el objetivo de producir vacas más adaptadas al sistema que buscan consolidar.

Para Lorena, el gran desafío no está solo en la tecnología, sino en las personas. Destacó que el capital humano es la pieza clave del futuro de los tambos, y por eso promueven la comunicación interna, la capacitación permanente y el trabajo en equipo. También señaló que el uso de tecnologías ha hecho que “el tambo ya no sea tan esclavizante”, lo que permite atraer a nuevas generaciones al sector.


El caso de Mateo Bono – Establecimientos Doña Luisa y Don Romualdo

La historia de los tambos familiares de Mateo Bono comienza en 1965, con apenas 30 vacas y un brete a la par, a cargo de su abuelo. El gran crecimiento se dio en los años 90, cuando su padre se sumó al negocio, transformando el sistema productivo.

Hoy, el grupo administra dos tambos con una estructura mucho más compleja. En Establecimiento Doña Luisa, cuentan con 550 vacas en ordeño y un sistema de encierre de animales que les permitió ser más competitivos frente a la agricultura. Han incorporado dos galpones para vacas en producción, otro para vacas secas y preparto, y un comedero lineal de 250 metros, además de sistemas integrados de crianza de terneros.

Actualmente están finalizando una nueva sala de ordeño de 24 bajadas, equipada con retiradores y puertas apartadoras. La idea es mejorar tanto la eficiencia productiva como el bienestar de los animales y la comodidad de los trabajadores.

Un punto destacado en su recorrido es la apuesta por la robotización. En 2020 instalaron un tambo robótico con compost barn y tres robots, en el Establecimiento Don Romualdo. Hoy manejan 750 vacas en ordeño, con una producción de 30.000 litros diarios, y proyectan llegar a 1.000 vacas en producción, integrando de manera más fuerte la agricultura como soporte de la actividad.

Mateo hizo hincapié en la organización de equipos de trabajo, tanto en el tambo como en los campos agrícolas alquilados. Para él, el crecimiento de la empresa debe ir acompañado del desarrollo personal de cada integrante del equipo, generando un entorno donde todos se sientan parte del proyecto.


Los desafíos técnicos y de contexto

Las exposiciones de los jóvenes se complementaron con la mirada de especialistas. El veterinario Hernán Ré resaltó la necesidad de adaptarse a los cambios en genética, tecnología, manejo de datos y análisis, y nuevas demandas de los consumidores, recordando que la lechería no solo debe producir más, sino también mejor y con mayor trazabilidad.

Por su parte, el ingeniero Aquiles Salinas (INTA Manfredi) explicó los beneficios de la incorporación de riego en tambos intensivos, mostrando cómo mejora la producción de forraje propio, permite planificar los calendarios con mayor precisión, y facilita un manejo más sustentable de suelos y efluentes. En su experiencia, con un tambo de 400 vacas en ordeño, lograron producir el 55% de los forrajes con rendimientos muy superiores al secano.


Una lechería que cambia con las nuevas generaciones

Lo que quedó en evidencia en MECA25 es que las nuevas generaciones no solo heredan tambos, sino que los reinventan. La incorporación de robots de ordeño, la apuesta al bienestar animal, la mirada sobre la genética, el riego, el manejo de datos y la capacitación de equipos de trabajo son señales claras de que la lechería argentina se encamina hacia modelos más intensivos, eficientes y sostenibles.

Lejos de ver la actividad como “esclavizante”, jóvenes como Lorena y Mateo demuestran que el tambo puede ser un espacio de innovación, pasión y profesionalización, con potencial para competir a nivel global sin perder el arraigo familiar y la identidad productiva local.

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