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Desperdicio De Alimentos En Argentina.


Cada año en Argentina se desperdician alrededor de 16 millones de toneladas de alimentos, una cifra impactante que, puesta en perspectiva, podría alimentar a más de 24 millones de personas durante un año entero. 

Este fenómeno no solo refleja una problemática de inequidad social, sino también un serio desafío ambiental y económico que atraviesa la cadena de producción y consumo.

En el marco del Día Internacional de la Concientización sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos, el Banco de Alimentos Buenos Aires (BDA) destacó que en lo que va de 2025 ya logró recuperar más de 4.600 toneladas de alimentos, de las cuales 724 corresponden a frutas y verduras frescas. El objetivo de la organización es ambicioso: alcanzar las 7.000 toneladas antes de fin de año. Cada kilo recuperado no solo representa un plato de comida para quienes más lo necesitan, sino también un paso hacia un modelo más sostenible de consumo y producción.

A nivel global, cerca del 30% de los alimentos producidos se pierde o desperdicia, lo que equivale a entre el 8% y el 10% de las emisiones de gases de efecto invernadero. En el caso de Argentina, los 16 millones de toneladas anuales desperdiciadas representan un 12,5% de la producción nacional de alimentos, afectando principalmente al sector de frutas y verduras: allí, hasta el 45% de lo cosechado no llega al consumidor final. Las razones incluyen fallas en la cosecha, problemas de transporte, deficiencias en la distribución y también el desperdicio generado en los hogares.

Frente a esta realidad, el BDA articula con más de 1.200 organizaciones sociales del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) para redirigir alimentos que aún son aptos para el consumo pero que, de otra forma, hubieran terminado en la basura. De esta manera, los productos donados se transforman en recursos vitales para comedores comunitarios, merenderos, hogares y otras instituciones que asisten a personas en situación de vulnerabilidad.

Según explicó Fernando Uranga, director general del Banco de Alimentos Buenos Aires, “cuando un alimento se desperdicia, no solo se pierde la comida, también se pierden todos los recursos invertidos en producirla: agua, suelo, energía, envases, transporte y mano de obra. Recuperar alimentos es una acción que genera un triple impacto: económico, ambiental y social”. Este enfoque resume la importancia de concebir la lucha contra el desperdicio no solo como un acto de solidaridad, sino también como una estrategia integral de sostenibilidad.

El rol de las empresas aliadas resulta fundamental. Al donar productos en lugar de decomisarlos, las compañías no solo reducen pérdidas económicas, sino que también fortalecen sus políticas de responsabilidad social y ambiental. Así, se convierten en actores clave de una cadena virtuosa que combina solidaridad, eficiencia y sustentabilidad.

Desde su fundación en 2001, el Banco de Alimentos Buenos Aires trabaja bajo el lema “Menos Hambre, Más Futuro”, consolidándose como un puente entre quienes desean colaborar y quienes más lo necesitan. Su labor cobra aún más relevancia en un contexto marcado por la creciente demanda social y la urgencia ambiental. Cada alimento recuperado no solo satisface una necesidad inmediata, sino que también ayuda a construir un futuro más justo y sostenible para las próximas generaciones.

En definitiva, reducir el desperdicio de alimentos en Argentina implica mucho más que mejorar la logística o concientizar al consumidor: es un desafío sistémico que requiere del compromiso de productores, distribuidores, empresas, organizaciones y ciudadanos. La experiencia del Banco de Alimentos muestra que es posible transformar pérdidas en oportunidades, hambre en esperanza y desperdicio en futuro.

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