
En 2023, el consumo de fertilizantes experimentó un ligero descenso del 4%, alcanzando un total de 4.580.000 toneladas.
Este descenso fue atribuido principalmente a condiciones climáticas adversas, como una sequía persistente que afectó la humedad del suelo, retrasando la refertilización de cultivos importantes como el trigo y el maíz. Además, factores como los precios internacionales de los fertilizantes y medidas fiscales locales también impactaron en los costos internos de los productos.
A pesar de estos desafíos, se observó una desaceleración significativa en la tendencia negativa en comparación con el año anterior, donde se registró una caída del 16% en el consumo de fertilizantes. Esto sugiere un punto positivo para el sector agrícola, especialmente considerando la persistencia de las dificultades climáticas.
En cuanto a la composición del consumo de fertilizantes, el 65% correspondió a productos importados, siendo Marruecos, Estados Unidos, Egipto y China los principales países de origen. En términos de tipos de fertilizantes, el 56% fueron productos nitrogenados, seguidos por los fosfatados con un 37%, los azufrados con un 3%, los potásicos con un 1% y un 2% restante para otros grupos.
A pesar de estos desafíos, las perspectivas para la próxima campaña agrícola (2024-25) son alentadoras. Se destaca el establecimiento de un nuevo piso de uso de tecnología, con un incremento constante en el consumo de fertilizantes en los últimos años. Esto sugiere una oportunidad de consolidación y crecimiento para el sector, especialmente si las condiciones de producción mejoran, como se espera con la mejora de las condiciones climáticas y el compromiso continuo con la innovación y la sostenibilidad.
En resumen, a pesar de los obstáculos enfrentados en 2023, el sector agrícola argentino se mantiene optimista, respaldado por la adaptabilidad de los productores, el uso creciente de tecnología y la mejora esperada en las condiciones climáticas.